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domingo, 15 de agosto de 2010

El breve cuento de la Princesa

Se que no actualizo mucho. Pero hoy me sentí con ganas de escribir y este texto se lo dedico a Ri.


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El breve cuento de la Princesa




Existe una princesa, que desde hace mucho tiempo, su corazón roto se halla.
Pues hace tiempo vio partir su amor forjado desde el sufrimiento más bello.
Ella ahora sigue su propio camino, dejando atrás a caballeros, princesas y criaturas de cuento.



A veces en la noche más negra no encuentra ni consuelo, ni estrella, su cuerpo es una armadura que encierra un triste blues de un corazón que ahora yace inerte.
A veces la princesa, sola en la más absoluta soledad, derrama lágrimas, que ahondan en su blanca piel, recorriendo el eterno camino de su rostro.
A veces se ve dividida en cuerpo y mente, pues su corazón chilla de agonía y entona los más tristes lamentos, mientras su cabeza fría y calculadora, ordena permanecer sonriente, fingiendo firmeza y comprensión en la más peligrosa y dolorosa de las situaciones.
Pero yo se que la princesa no es lo que aparenta, no desea la situación vivida, añora tiempos remotos de felicidad y despreocupación.



Añora las risas, las caricias y los besos.
Añora todos aquellos buenos momentos, y algún que otro mal trago.
Añora descansar sin ser asaltada por pesadillas, dormir sin derramar ni una sola lágrima en la almohada.
Pero sobretodo añora el no sentirse perdida, confusa y malherida.

Aunque la princesa, crea que está sola, aunque crea que está perdida, nada de lo que ve es cierto, es una mera ilusión, provocada por el sentimiento de dolor.
Princesa, mira a tu alrededor y dime lo que ves, pues no todo aparenta ser lo que es. Despierta, tienes mucho por hacer. Avanza sin miedo, apóyate en mí, pues cuando el camino se torne borroso y confuso, yo seré tus ojos, mientras no seas capaz de elegir el camino, yo seré tu guía. Y aunque que caigas y desfallezcas al despertar siempre verás una mano tendida para avanzar, juntas y sin prisas por el largo y confuso sendero de la vida.
Y mientras que la princesa permanezca sumida en esa pesadilla, aunque ella no me oiga, las palabras anteriores son susurradas en esta noche eterna, siempre estoy a la espera, de que comience un nuevo día y con ello que nuestra heroína despierte, mostrarle el amanecer y con una sonrisa en los labios decir:

¡Buenos días princesa!

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